El 26 de septiembre se celebró el Día Europeo de las Lenguas. El Consejo de Europa lo acordó así para complementar la declaración de 2001 por la Unión Europea como “Año Europeo de las Lenguas”. Sobresalen entre los objetivos de estas decisiones: sensibilizar sobre la importancia de la diversidad lingüística y cultural, facilitar el multilingüismo, explicar las ventajas que otorga el dominio de varios idiomas y fomentar el aprendizaje permanente de las lenguas, sin discriminación por edad, origen, sexo, discapacidad, situación social o nivel de escolarización o académico.
La Unión Europea se caracteriza por su extraordinaria riqueza lingüística. Se hablan más de doscientas lenguas propias, de las que veinticuatro son oficiales en sus instituciones, y otras muchas procedentes del resto de Europa y del mundo.
Las lenguas minoritarias requieren una tutela especial, pues cuando un idioma desaparece, muere con él una parte de la historia y del presente, un acervo de pensamientos y sentimientos, una de esas tradiciones culturales que han contribuido al nacimiento de la humanidad y sus civilizaciones. Las lenguas mayoritarias han devenido en idiomas universales y, por ello, pertenecen en nuestros días, tras cinco siglos de evolución y compartición de abecedarios, fonemas y vocablos, a millones de personas.
La lengua española se halla entre las que más viajaron. No lo hizo para mudar su residencia, sino para convertirse en una lengua universal. Sus palabras y acentos, nacidos del milenario mestizaje cultural acaecido en la península ibérica, encontraron en América el paraíso y no han cesado en su enriquecedora aventura de intercambios. No en vano es la lengua materna de cuatrocientos setenta millones de personas.
Ávila, Patrimonio de la Humanidad y ciudad del Camino de la Lengua Castellana, ha de unirse a este reconocimiento europeo a las lenguas, por considerarse alma máter de grandes escritores, como santa Teresa de Jesús, patrona de los escritores españoles, y san Juan de la Cruz, patrón de los poetas de lengua española, y lugar cuyas gentes velaron con cariño la infancia del castellano y cuidan con denuedo el buen uso cotidiano del español.
Ester Bueno Palacios.
Directora de Alma Máter Ávila,
Escuela de Lenguas y Saberes